Aunque podemos pensar que nuestros orgasmos son menos evidentes que los de ellos, estamos equivocadas. Si bien un orgasmo femenino no tiene un clímax con eyaculación evidente en todos los casos, si hay ciertos signos de que hemos alcanzado el máximo placer.

Un orgasmo controlado

Durante el clímax, el cuerpo suele tener movimientos involuntarios e incontrolables. Si tu cuerpo está relajado y en total control, tu pareja sabrá que estás fingiendo.

Respiración agitada

La respiración toma un ritmo más rápido y se vuelve más profunda durante la relación sexual. Al alcanzar un orgasmo, este ritmo baja y la forma de respirar se vuelve mucho más relajada, casi inmediatamente.

¡No estás lubricada!

La excitación hace que la vagina produzca diferentes líquidos lubricantes, la producción de estos se intensifica en el interior del cuerpo en los puntos más altos de placer. Si no estás sintiendo nada, tu vagina no producirá lubricantes naturales.

¿Y la contracción?

Otro de los efectos que tienen los orgasmos en tu cuerpo, es la tensión de los músculos internos de la vagina que aprietan el pene, un hombre sensible puede sentir esta contracción… claro, solo si la mujer está experimentando un verdadero orgasmo.

Lo que dicen los pezones

Incontrolable es la dureza de tus pezones, que en el momento del clímax deberían estar más duros que de costumbre. Nada dice más “estoy fingiendo” que unos pezones relajados.

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Si has estado fingiendo orgasmos, es importante que hables con tu pareja sobre aquello que está mal al momento de la intimidad. Muchas veces la falta de placer sexual se debe a “estiramientos” de las paredes vaginales, que hacen que tanto el hombre como la mujer, sientan menos la presencia del otro en la zona intima, esto puede dificultar el orgasmo. Otra de las razones puede ser que te sientes incómoda con la apariencia de tu área genital. Si tienes alguno de estos problemas, un rejuvenecimiento vaginal puede ser la solución definitiva. Contáctanos si quieres saber más sobre este procedimiento no quirúrgico.